Bodegas Félix Callejo

 

No es casualidad que unas bodegas de prestigio como son las Bodegas Félix Callejo se encuentren en nuestra página, ya que son las encargadas de servir el vino que anualmente degustamos en nuestras incursiones a la afortunada Caleruega. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que sus vinos están en los principales restaurantes del mundo y que cumplen a la perfección en los paladares más exigentes. Colores intensos, notas en nariz a fruta madura, minerales, hierbas aromáticas hacen que resulten en boca frescos, con diferentes sensaciones a frutos rojos, balsámicos o cuantas sensaciones sepan encontrar el paladar más exquisito.

«Para no sentir el horrible peso del tiempo sobre sus espaldas, hay que embriagarse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, a vuestra elección. Pero embriáguense.» Baudelaire.

Como es sabido, no era costumbre de los caballeros andantes el beber vino, siguiendo las estrictas leyes de caballería, y no consta que Don Quijote contraviniera dicha costumbre, siendo como fue riguroso con sus obligaciones y compromisos; no obstante, podemos encontrarnos cómo en su primera salida y a la llegada a la venta en la que entró como Alonso Quijano y salió armado caballero por el ventero en la forma de  Don Quijote, éste es ayudado a beber por medio de una pajita por la que le daban el vino las mozas que allí servían, sin quitarle el casco de su armadura, que se le había atascado y resultaba imposible de soltar (I, cap. II), antes de que el susodicho casco adoptara la forma de bacina de barbero, tomándola Don Quijote por el mismísimo yelmo de Membrino.

Los historiadores creen que la elaboración de vino comenzó a desarrollarse en el Neolítico, de acuerdo a los restos arqueológicos hallados en los Montes Zagros. Poco a poco, el consumo de vino se expandió hacia el occidente. Casi desde sus orígenes, el vino gozó de una alta consideración social, siendo la bebida elegida para banquetes y eventos de importancia.

El prensado, la fermentación, la maduración y el embotellado son las cuatro fases fundamentales que dan forma a lo que es el proceso de elaboración y producción de cualquier vino. Un producto este que se puede utilizar en muy diversos ámbitos y con diferentes funciones.

Así, por ejemplo, sabemos que se emplea en el campo de la gastronomía para preparar platos exquisitos o simplemente como bebida y en el área de la medicina como remedio tradicional para paliar el dolor o bien como tratamiento contra el estrés mediante la técnica conocida como vinoterapia.

En Francia es donde nació la mencionada vinoterapia que se sustenta en una exfoliación de la piel, para eliminar las células muertas, así como en un masaje y en una envoltura donde el vino se convierte en la principal herramienta para conseguir la relajación en la persona que se somete a aquella.

Existe una amplia variedad de vinos, sin que exista una clasificación oficial. Los atributos que permiten clasificar al vino son muy variados, e incluyen su origen, su color, su contenido de azúcares residuales y otros factores.

La clasificación más habitual tal vez sea aquella vinculada al color. En este sentido, puede hablarse de vino tinto, vino blanco o vino rosado. Se conoce como vino fortificado, por otra parte, a la bebida a la que se añade brandy antes o durante la fermentación. El oporto, el marsala y el jerez son ejemplos de vinos fortificados.